Tengo tendencia
al miedo irracional.
Pero es que esa duda
en la curva de tu boca
se está cobrando mi vida.
Cómo me asusta la arruga de preocupación de tu frente
cuando arqueas las cejas
expectante de una respuesta
que yo no logro darte . . .
Cómo temo a la interrogación
que se te asoma a los ojos
y te brillan las preguntas infinitas
al mismo tiempo que a mí,
se me funden las ideas . . .
Cómo quisiera matar la indecisión . . .
Quizás que sea por eso
por lo que hoy me veo forzada a atacarte con tus propias palabras:
"¿Seguirás queriéndome por la mañana?"