Cómo no echar de menos
si cada vez que oigo tu nombre
se me parte el pecho.
Cómo no echar de menos
si pareciera que me hubieras pisado los días
con un hierro ardiendo
y me hubieras marcado la vida
y al verme la herida
hubieras huido.
Así, sin más.
Ponme una tirita al menos
que hace un sol radiante y no dejo de temblar
porque estás cerca lejos.
Que mis ojos ya no brillan
desde que tú no los miras.
Y no es oro todo lo que reluce
pero es que tu luz es propia.
Mi camino es más oscuro que la noche
y tú hoy no lo caminas.
No lo iluminas.
¿Cómo quieres que sepa a dónde voy?