miércoles, 21 de agosto de 2013

Reclamo tus muertes.

A veces quisiera matarte
de besos.
Mi beso de infierno te quiere quemar.
Y a veces y a voces quisiera pensar
un beso tan fuerte que duela parar.
Tus besos son mal 
a mi boca.
Mi boca masoca reclama ese mal.
A veces quisiera matarte
y no puedo.
Mis besos se quedan.
Tu boca se va.

Tengo, tengo, tengo... Tú no tienes nada.

Tengo un nudo en la garganta
que solo puede quitarse con saliva de tu boca...
Tengo la mente hecha un lío
que ojalá desenredasen tus dedos...
Tengo el corazón herido
porque a decir verdad, las patadas duelen...
Tengo los párpados bajados
ansiando soñarte (otra vez)
Tengo las lágrimas a flor de piel.
Tengo la piel de gallina al pensarte.
Tengo el pensamiento tan lleno de ti, que ya me pesa.
Y tengo en mí un peso que ojalá que fuese el tuyo.

Hoy...

Hoy el mundo está un poco más nublado que de costumbre...
No veo ni por dónde piso.
¡Vaya! Me he pisado a mi misma.
He tropezado contigo y me he dado en la cabeza al caer. (¿O ha sido en el corazón?)
Ya no distingo entre cabeza y corazón.
Los dos luchan y parecen haberse fundido
y haberme confundido.
Más o menos como siempre.