-Y . . . ¿al fin te has encontrado a ti misma?
Yo creí haberme encontrado cuando me encontré a tus manos.
Pensé que al abrazarte todo estaría más claro.
Creo que miré tu boca cuando dijiste "te amo".
Y cuando toqué tu cara y pregunté:
"¿dónde has estado?" creí haberte encontrado.
Pero resultó ser que me encontraste tú a mí.
-Sí . . . -respondí.
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