Encontrarme es perderme y ganarte.

-Y . . . ¿al fin te has encontrado a ti misma?


Yo creí haberme encontrado cuando me encontré a tus manos.
Pensé que al abrazarte todo estaría más claro.
Creo que miré tu boca cuando dijiste "te amo".
Y cuando toqué tu cara y pregunté:
"¿dónde has estado?" creí haberte encontrado.
Pero resultó ser que me encontraste tú a mí.


-Sí . . . -respondí.

Gracias.

¿Sabes qué?
Todos los días
le doy las gracias al karma
o al destino,
o a lo que quiera que sea
que te haya traído conmigo.

Eres mi rincón favorito de Madrid.

Te busqué 

con el corazón, en lugar de con los ojos,

y vaya que si te encontré.
Por una vez
Madrid y yo intercambiamos los papeles 

y ahora era yo quien te tenía,

quien te besaba . . .

y era ella la que se moría de envidia.

Nuestro último adiós no fue nuestro último té.

Pensé que 

la distancia, que se tornaba sin límites,

quizás había estado siempre así.

Y el tiempo, que antes parecía infinito,

me había dejado de servir, 

pues ya no había nada que contar.

A ti. A él.

Sé que no solo has venido a destrozarme
y a llenarme la poesía de sutil melancolía.
Vienes a hacerle el amor a mis palabras
y a hacer de mi amor y desamor,
palabrería.

A los que pintamos con palabras.

Hay quien pinta con pincel
y hay quienes pintamos con palabras.
Para mí, tú eres el cuadro que no se cuelga en la pared
porque es demasiado hermoso
como para dejarse desgastar por todas las demás miradas
que no sean la mía.
Eres el cuadro que, aun sin marco,
me ha dejado marcadas las retinas.
Quizás sea por ello por lo que aún te sigo viendo
hasta cuando cierro los ojos...

Te de todo.

Te deshaces y te subes a las nubes de mi cielo.
Te desvelas.
Te desprendes de tu sueño, y vas al mío.
Te despiertas.Ojalá yo allí contigo y tú a mi lado.
Te descarto de los nuncas e imposibles que he encontrado.

Te desafío a matar conmigo el frío, los silencios y las prisas...
Te deslizas y me envuelves de caricias de tus manos.
Te deseo, y te deseo todo el bien y el buen cuidado.
Te de todo, y todo es poco para lo que tú me has dado.

Luego existo.

Pienso exiliarme en tus sueños 
en todas y cada una de las noches que me queden.
Pienso encontrarte entre mis líneas.
Pienso reconocerte en las palabras que escribo,
y pienso escuchar tus silencios huecos 
porque suenan más que algunos gritos de socorro.

Entre el cielo y el infierno.

Intenté hacer un pacto con mi alma
por el cielo y el infierno que me evocaba tu boca,
y rompí, pero no tengo los pedazos.
Quizás soy yo quien se ha quedado rota.

Pintores y cuentistas.

Haría de tu piel mi lienzo,
y de tus lunares, la más hermosa constelación
que los libros jamás se hubiesen atrevido a contar.

Seré breve.

"Lo bueno, si breve, dos veces bueno",
y es la mentira más gorda que ha llegado a mi cerebro,
porque desde que tú faltas,
lo bueno se me ha hecho cero
y el tiempo que antes pasaba
se me está volviendo eterno.

Basta.

Basta ya
de corazones locos
y de corazones rotos que se suicidan de amor
o viven de una ilusión
con un único objetivo, llamado autodestrucción.

Callarme, calarme, fumarme y esfumarme.

El recuerdo de tus besos me ha empapado el corazón.
Me he calado
y me he callado tantas cosas que he explotado al pensarte.
Fumarse la distancia no es una idea despreciable
si así consigue esfumarse la pena, los miedos y el desastre
que he arrastrado al encontrarte
y a la vez, al perderme.

Déjame en guerra.

El amor hace la guerra.

Y donde hay guerra,

no queda sitio para la paz.

Déjame en guerra.

Describirte y escribirte, literalmente.

Me encantaría pasarme el día escribiendo sobre ti.
Literalmente.
Y cuando digo sobre ti, me refiero
a POR ti,
A ti,
DE ti,
EN ti.
O cualquier otra preposición que se te ocurra,
porque quería proponerte una escritura conjunta.
O algo así...

Maldito Cupido...

Más que un nudo en la garganta
creo que tengo una brecha.
Y más que un corazón roto
creo que tengo una flecha.

A los que aún nos queda todo.

Si no existe la empatía, ¿qué nos queda?
Un puñado de vacío en la mirada...

Si no existen las palabras, ¿qué nos queda?
Razones a golpes, pobremente argumentadas...

Y si no existe la unión, ¿qué es lo que queda?
La pena desesperada, con lágrimas en la cara...

Y si no existe el amor, ¿qué es lo que queda?
Ya podría existir todo, que si no existe el amor,  no queda nada.

Donde hubo fuego, cenizas quedan.

Has sido el mayor incendio producido en mi cabeza.
Has quemado sentimientos y abrasado mis ideas.
Y es que, amor:
Donde hubo fuego, recuerdos quedan.

Sé que tus llamas me llaman, aun cuando arden mis penas . . .
Penas que aunque están quemadas, se han incendiado en mis venas.
Y es que, amor:
Donde hubo fuego, recuerdos quedan.

He esparcido las cenizas por unas tierras desiertas.
¡Qué desierto luce todo desde que tú no me quemas . . . !
Y es que, amor:
Donde hubo fuego, recuerdos quedan.

Distintas distancias.

Dicen que la distancia hace el olvido . . .
Distancia puede ser estar al lado.
Lo sé porque me lo has enseñado.
Y olvido puede ser no estar contigo,
o estarlo . . .

La ley de la conservación de la energía.

"EL AMOR ES UNA ENERGÍA, 

Y COMO TODA ENERGÍA, NI SE CREA NI SE DESTRUYE.

EL AMOR SÓLO SE TRANSFORMA".

Por tu culpa.

Que un beso me calle.
Que venga tu boca.
Tu abrazo me sabe tan bien
y tan mal . . .
Me tocas el alma.
Me inspiras. Me embobas.
Y a veces me robas un "te quiero más".

Tus brazos me cubren, protegen, anhelan.
Me envuelven con cintas de "tú eres capaz".
Me pintas sonrisas.
Me miras. Me observas.
Contigo, las guerras me saben a paz.

Medio miedo.

Es increíble lo que el miedo nos obliga a hacer a veces.
Lo que nos puede dañar,
y hacer dudar...
El miedo tratará de controlarnos.
¿Quién nos conoce mejor que nosotros mismos?
Sabemos cuáles son nuestros miedos.
Aún así, somos nosotros mismos quienes tenemos que afrontarlos.

Mil formas de morir

Mala costumbre esa de tener aprecio,

o eso dicen.

Yo me niego 

hasta a creerlo.

Bicho malo, nunca muere,

mas, para morir nacimos.

Y lo malo es subjetivo...

Yo y mis puntos suspensivos...

El suspense ya te mata.

¿Quieres morirte conmigo?

Que la muerte no es tan mala

para matar a un amigo.

Hay un amigo en mí

y siempre lo ha habido.

Y quien quiera destruir eso, 

que se de por destruido.

Reclamo tus muertes.

A veces quisiera matarte

de besos.

Mi beso de infierno te quiere quemar.

Y a veces y a voces quisiera pensar

un beso tan fuerte que duela parar.

Tus besos son mal 

a mi boca.

Mi boca masoca reclama ese mal.

A veces quisiera matarte

y no puedo.

Mis besos se quedan.

Tu boca se va.

Tengo, tengo, tengo... Tú no tienes nada.

Tengo un nudo en la garganta
que solo puede quitarse con saliva de tu boca...
Tengo la mente hecha un lío
que ojalá desenredasen tus dedos...
Tengo el corazón herido
porque a decir verdad, las patadas duelen...
Tengo los párpados bajados
ansiando soñarte (otra vez)
Tengo las lágrimas a flor de piel.
Tengo la piel de gallina al pensarte.
Tengo el pensamiento tan lleno de ti, que ya me pesa.
Y tengo en mí un peso que ojalá que fuese el tuyo.

Hoy...

Hoy el mundo está un poco más nublado que de costumbre...
No veo ni por dónde piso.
¡Vaya! Me he pisado a mi misma.
He tropezado contigo y me he dado en la cabeza al caer. (¿O ha sido en el corazón?)
Ya no distingo entre cabeza y corazón.
Los dos luchan y parecen haberse fundido
y haberme confundido.
Más o menos como siempre.